EL ODIEL

Recuerdo la orilla pedregosa
del Odiel , silencioso, transparente.
los alcornoques de copas anchas
mitigando el sol del verano
y los guijarros grisáceos
del fondo del riachuelo
reflejando las sombras de la tarde.
Las tortugas esperando, vigilantes,
la llegada de libélulas e insectos.
El olor del verano, tan intenso,
colmando los perturbados sentidos.
Recuerdo las bellotas en el suelo
coronadas con boinas grisáceas
alfombrando los riscos puntiagudos
con su profunda oscuridad brillante,
y el color rosáceo del atardecer
sobre el horizonte de escoria quieta
salpicada de pinos un poco anémicos
que coronaban las lomas del paisaje,
y la interminable carretera
endurecida por curvas y baches.
El pantano era verde.
Como los pinos.